—¡No renuncies por favor!

Originalmente publicado en: Salto al reverso.

«El ángel se va». Bolígrafo sobre cartulina.

—Mijo… mijo. No llores, que no me voy a morir. Solo quiero descansar, ya estoy vieja y quiero pasear y disfrutar de este maravilloso mundo. Además, ¡sabes dónde encontrarme! Cuando quieras un consejo de esta vieja guerrera, puedes visitarme y hablaremos; eres bienvenido en mi familia así como mi familia es bienvenida a tu taller.

—¿Y tu legado? ¡Quiero que estés presente cuando contemos tus historias!

—Mi amor. Como te digo, ya estoy vieja, ya pasé de moda. A nadie le interesan mis historias, ¡pero mira esta belleza que tienes aquí! Re se ve fuerte y hermosa, trabaja con ella y sus amigas, ¡la gente las adora! Sigue adelante, haz cosas nuevas. Trabaja con el alquimista, es la oportunidad que buscas ¡haz equipo! No estas solo, mi amor.

—Es verdad. Pero no hemos logrado lo que alguna vez nos propusimos ¡No te vayas todavía!

—¿No lo hemos logrado? ¡Ya lo logramos! Solo mira a tu alrededor… A ver…. Has estado tan ocupado que no te has detenido a ver los resultados. ¡Mira qué hermoso reino! Y por fin tiene reina. ¡Y una reina poderosa, con habilidades increíbles! ¿Te acuerdas que pensábamos que jamás descubriríamos El secreto de las aleaciones magnéticas y de mis habilidades? ¡Mira quién lo vino a descubrir!… Cambia esa cara, date cuenta de que por fin lo lograste.

—Ahora que lo dices, sí, es cierto, pero ¿Y? La reina, tú, el alquimista, todos merecen que su historia sea contada. Por favor, no te vayas aún, voy a necesitar mucha ayuda.

—Mijo, pero sí la tienes. Ahí tienes al alquimista, él te ayudará. No te preocupes de cómo va a pasar aún, ¡tú solo sigue forjando y creando! Y ni hablar de nuestra reina, ¡aprovecha toda su energía y poder! Quita tu rostro con lágrimas de mis avejentados pechos. Y sonríe y alégrate sobre los firmes y jóvenes pechos de tu reina. Y los jueces, hay muchos jueces sabios y capaces. Quedan Jacob, Balzak, Katrina y todos los demás… Es la oportunidad perfecta para que yo pueda retirarme y dejar este mundo en buenas manos. ¡Créeme que eso me deja muy tranquila! Así que confía en mi, tú también puedes estar tranquilo. También disfruta de lo que tienes ya, date un momento. No todo es trabajar y entrenar.

—… Gracias Señora… Está bien… Solo hágame un último favor. ¿Aún tiene eso que le di?

—Sí, ¿lo quieres de vuelta?

—No. Siga guardándolo. Ese es el último favor que le pediré. Guárdelo hasta el final.

—¿No lo piensas usar?

—Ese no. Es que ya tengo dos más.

***

Gracias por tanto, Señora Maxwell.

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